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  • Foto del escritorLa Tercera Marcha

Los caminos que tomamos

Ferran Alcocer.


El cine, como todo arte, es una vía de escape para cualquier autor que necesite contar una historia o, en contadas ocasiones, su propia historia. Alexander Payne, director de las notables Sideways y The Descendants, vivió esa necesidad cuando se encontró rodando Nebraska, una de las mejores películas de 2013. Aquel maravilloso film protagonizado por un portentoso Bruce Dern narra el viaje que realizan por carretera un padre senil y su hijo. A lo largo del trayecto vivirán diversas situaciones que conducirán al espectador por los baches que ha atravesado la relación padre-hijo de ambos personajes.

La vejez es un tema que rara vez se ha tratado en el cine como eje central de una narración. Esto resulta hasta cierto punto incomprensible, puesto que hablamos de una etapa que prácticamente todo el mundo vive; aunque no de la misma manera (obviamente). Cada uno toma una serie de caminos que le llevan a un punto de no retorno en el que se recoge lo que ha sembrado. En Nebraska, Woody Grant es el anciano que ve las consecuencias de la vida que ha llevado en un viaje que involucra situaciones y personajes coenianos, radiografías familiares de la América profunda y viejas rencillas que ni el paso tiempo ha sido capaz de cerrar.


Fotograma de "Nebraska"


El tratamiento del blanco y negro que Payne usa en Nebraska dota al film de un poderío visual que vierte casi todo su potencial en evocar a las emociones más melancólicas del espectador. Los grandes paisajes rurales de Estados Unidos quedan retratados con la misma sensación de vacío y soledad que provoca la vejez. El guion, merecedor de un Oscar que con justicia ganó Her, plasma sutilmente los pensamientos más profundos de los últimos años de vida de una persona incapaz de procesar correctamente lo que está sucediendo a su alrededor; este drama es muy habitual en hombres y mujeres que rozan la etapa final de su vida. Payne sintió la necesidad de compartir con el mundo la visión que tuvo de la vejez de sus padres antes de que estos fallecieran. Este imperioso deseo de los artistas por reflejar sus propias experiencias en cintas de autor es cada vez más habitual en los últimos tiempos, tal y como hemos podido ver con Dolor y Gloria, el biopic encubierto de Pedro Almodóvar, o The Irishman, la streamingfilm de Martin Scorsese.

“El cine es un espejo de la realidad”, dice un histriónico italiano en Call Me By Your Name, de Luca Guadagnino. Esa frase, tantas veces dicha de tantas formas distintas, es perfectamente aplicable a la marginación social que vive la gente mayor. Todos acabaremos pasando por ahí; es inevitable. Lo único que podemos elegir es si la afrontamos con los caminos que tomemos nosotros o con los que nos han sido impuestos. En ello se esconde el verdadero sentido de la vida.

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