La Tercera Marcha
Tener presente el presente
Actualizado: 27 abr 2020
Noelia Villar.
Los humanos somos los únicos seres vivos que sabemos que vamos a morir, sabemos que nuestra vida tiene fecha de caducidad, pero no cuál es. Parece que por ello apreciemos más la vida y sepamos vivir el momento, ya que desconocemos qué será de nosotros el día de mañana. Pero no es así. Sumergidos en nuestro trabajo, nuestros problemas, nuestro día a día, olvidamos lo más importante: vivirlo. No nos damos cuenta, los años van pasando y en muchas ocasiones nos inventamos mil y una excusas para justificar nuestro arrepentimiento por no haber hecho o no haber vivido.
La situación actual en la que estamos, confinados y con la incertidumbre de saber cómo y cuándo saldremos, ha hecho que la gente reflexione sobre el tiempo: echar de menos su pasado, cambiarlo de cara al futuro y valorar el presente. Como el que hace sus propósitos en año nuevo. “Hay que vivir el momento”, “cuando salga de aquí viviré el día a día”, son las frases más repetidas de estos días. Todo se resume en lo mismo: el presente. Vivir el momento, porque nunca sabes qué será de ti, si seguirás cogiendo el coche para ir a trabajar o si te sorprenderá una pandemia mundial y toda esa libertad que tenías y no eras consciente de ella se verá resumida en cuatro paredes.
Parece ser que ahora valoramos más lo que teníamos, lo que le llamábamos “las pequeñas cosas”, pasar tiempo con los tuyos o simplemente poder salir a la calle. Aun así, estando “tan concienciados” de vivir el presente, no lo hacemos. Seguimos pensando en lo que teníamos antes, las redes sociales se llenan de recuerdos y deseos de repetirlos y solo nos fijamos en el futuro o en qué haremos cuando salgamos. No sabemos valorar el presente. ¿Lo estamos viviendo ahora, al poder estar en casa con los tuyos? ¿Y si dentro de unos días deseamos volver a estar en la situación actual? A lo mejor todo esto es una señal de la vida para que aprovechemos más el tiempo con los nuestros y lo valoremos, y lo único que hacemos es pensar en qué haremos cuando salgamos de casa. Seguimos con la nuestra, con qué será de nosotros. Quién sabe cómo estaremos el día de mañana, porque quizás de un día para otro tengamos que pasar la cuarentena (en el mejor de los casos) solos en la habitación de un hospital. En ese momento pensarás “lo que daría yo por volver a estar en mi casa”. Miles de familias se encuentran separadas debido a la enfermedad y lo único que desean es estar confinados con los suyos. No nos podemos permitir el arrepentimiento, el pensar que tendríamos que haber disfrutado más de eso, o haber vivido más aquello. La vida nos ha puesto en una situación en la que estar encerrados en casa con los nuestros es una suerte, y, en vez de decir, “hay que vivir el presente”, debemos vivirlo.
